VOLVÍ.
He vuelto, con una sonrisa de más con la que no esperaba encontrarme, ni mucho menos esperaba tenerla allí. Al fin y al cabo, estos viajes, en concreto, este viaje, no ha sido tan desagradable como lo esperaba.
Entras, pruebas y más pruebas, una visita al medico, "todo normal, perfectamente colocado pero.. las pulsaciones un poco bajas". ¡Cincuenta pulsaciones por minuto! ¡Cincuenta! No me extraña, llevo tiempo quitandomelas a mi misma y hasta hoy no me he dado cuenta. Pero, he salido de alli mentalizada de que esto debe de cambiar. ¿Pretendo seguir quitandome pulsaciones una a una hasta que llegue el día que las tenga a cero? Pero bien, ¿ con qué me subo o me bajo pulsaciones? ¿Las sonrisas las suben y las lágrimas las bajan? ¿El estar alegre o triste influirá? No tengo ni la más mínima idea, pero si algo tengo claro es que voy a ser feliz, voy a aprovechar mís días porque como bien se me ha quedado grabada hoy una frase de un cartelito, dicha por un niño ingresado en el hospital, "
Cada día es una pequeña vida", pues sí, desde mi punto de vista lo es, (para que después digamos que no tenemos más vidas que los gatos). Por ello, desde las 0:00 de un día hasta las 0:00 de otro, viviré intensamente las horas, los minutos, los segundos y, si estoy por la labor, hasta las milésimas de segundos, porque tengo claro que esa vida (ese día) no se volverá a repetir en mi historia, en el libro de mi memoria, el cual solo tengo yo. Y así es, cada persona tiene su libro en su memoria, con sus recuerdos, su portada, y una serie de páginas, de las que cada uno es autor; cada persona lo escribe como quiere, con letra más grande o más pequeña (según la intensidad con la que lo viva), con negrita o cursiva (para los días de tristeza y alegría), y en el que unicamente no pueden mandar en cuando ponerle el final.
Pero yo no, no le quiero poner un final. Yo voy a hacer crecer mis ganas de vivir. ¡Vivir!. A veces triste, otras alegre, rabiosa, meláncolica, pesimista, optimista, ansiosa, enfadada... pero ¡vivir! Con mis momentos de comerme el mundo, y otros de querer acabar con él, ya no solo con mi mundo, sino con el mundo. No habría días soleados, sin días llenos de nubarrones, por eso no puedo pedir una vida sin días malos, porque entonces no sería vida, ni denominaría a eso "vivir", y es lo que busco hacer. No quiero ser una princesa de cuentos de hadas, ni la protagonista de una película. Quiero
ser yo, días con un estilo, días con otro, pero siempre
yo.
Atreverme, arriesgarme y luchar. Sabiendo afrontar después que puedo tanto perder, como ganar.