El hecho de que a pesar de todo siga siendo feliz solo me lleva a una conclusión: no le tengo miedo a las personas; y cuando esto ocurre, ¡estás salvado! Ni el fuego, ni el agua, ni un gran tigre, ni el tiburón más temeroso, puede joderle la vida más a alguien, que el mismo ser humano.
Envidio a los animales por no poder hablar, por ahorrarse decir falsedades y sandeces que no hacen ningún bien en este mundo. Bien dicen que... en boquita cerrada no entran moscas, pues ¡joder!, nadie se aplica al cuento.