sábado, diciembre 25

El temor se me va a medida que los años pasan.




El hecho de que a pesar de todo siga siendo feliz solo me lleva a una conclusión: no le tengo miedo a las personas; y cuando esto ocurre, ¡estás salvado! Ni el fuego, ni el agua, ni un gran tigre, ni el tiburón más temeroso, puede joderle la vida más a alguien, que el mismo ser humano.
Envidio a los animales por no poder hablar, por ahorrarse decir falsedades y sandeces que no hacen ningún bien en este mundo. Bien dicen que... en boquita cerrada no entran moscas, pues ¡joder!, nadie se aplica al cuento.

domingo, diciembre 19

No hay mentira que mis ojos no pueda ver.

Puedes tomarme por antipática, yo no me definiría así. Realista. Madura, no del todo pero si mucho más que antes. Ya no me trago un te quiero, ninguno me parece sincero. Encuentro tan poca empatía entre todas las personas que me rodean que, sinceramente, me hace gracia desde los apodos cariñosos que me dicen, hasta los besos y abrazos que me dan mientras me sonrien. Hay poca gente verdadera ahí fuera. Antes me daba pena y lloraba, hacia oidos sordos, me tapaba los ojos con vendas para no ver la pura verdad. Nada conseguía con eso, solo atrasar una y otra vez el desengañarme de tantas mentiras, tantos sueños inalcanzables, tantas fantasías sin final. Pero, ¡qué cojones! ¿Cómo puedo estar tan loca pensando que puedo exterminar toda la falsedad, ya no del mundo, si no de la minuscula vida que me rodea? ¡Imposible! Por eso, me di por vencida y me puse a mirar con mis ojos a las personas desde la realidad, a ver el trasfondo de todas las palabras que me dicen, los abrazos y besos que me dan, las miradas que me echan, las sonrisas que me "regalan" y así, todo es menos bonito, sí, pero mucho más fácil a la hora de saber quien estará contigo y quien no.



¿Alguna conclusión?

Las mentiras acaban jodiendo a la misma persona que las dice.