miércoles, abril 17

Lo echamos a suerte y a mi me tocó ganar perdiéndome en ti. Y, como me encanta convertir el amor en arte, me aficioné a coger las palabras que nos decimos entre tus sábanas las noches que decidimos hacernos el amor. Me encanta que me llenen de besos, pero también de versos, y ¡a quién no! Pero ya me pierdo si me miras, porque tienes una de esas caras que te llaman a hacer locuras. Es que eres tan bonito. Tanto que he decidido tatuarme tu cara en mis pupilas, para no dejar de verte nunca. Tanto que, en la cuarta de tus caricias, decidí que la palabra sonrisa ya no empezaba por "s", que ahora, para mi, empezaba con tu nombre.
Un día, sin pensarlo, decidí volverme loca y desde ese entonces le he puesto un candado a cada uno de tus recuerdos, para que nadie pueda abrirlos. Para que sea yo la única que te vuelva a morder la boca en ellos. Para que nadie más escuche las palabras que me dijiste en aquella despedida, en aquella caricia en la mejilla y en aquella otra en el precipicio entre mi ombligo y mi espalda. Para que nadie más decida convertir los besos en letras, las caricias en palabras, los abrazos en poemas y las miradas, ¿qué hacemos con las miradas? A mi me gusta convertirlas en un " si te vas recuerda que una vez nos miramos y nuestros ojos prometieron no olvidarse nunca".




martes, abril 9

Te espero en nuestro siguiente beso.

Que sí me salen más lunares no es casualidad, es para que te quedes un poco más sobre mi espalda, contándolos, haciéndome feliz. Porque, estoy segura, que si nuestras sombras se buscasen acabarían dándose abrazos ciegos.

Y es que intentamos pasar por algunos tramos de la vida de puntillas, sin que éstos nos rocen, pero no, a veces hay que rozar el fondo y dejar que este nos marque para llegar al éxtasis de felicidad. "No hay vida sin miedo, ni tiempo que acabe contándolo todo", leí una vez. Por eso, aquí estoy yo, no queriendo relojes, desde el día que un tren paso por mi boca dejándome el sabor de tus labios. -Queriendo(te) encontrar- lo que busco en mis sueños antes de que llegue mañana. Porque tienes la jodida costumbre de ser recuerdo cuando no estás, ¡que digo jodida!, si a mi me encanta que seas recuerdo porque te deslizas por mi cuerpo de la cabeza a los pies y no hay rincón de mi que no sienta la humedad de tus labios. Parece tan cierto que a veces te abro los brazos, como aquella ilusa que te va a tocar. Enciendo la luz. Has sido un simple deseo de otra noche más de primavera en la que te extraño.

miércoles, abril 3


Me gusta el verano, que el sol me de los buenos días y la luna escriba historias de todas mis noches de calor. Me gusta, con sus días enteros de locura, conversaciones y risas con ellas. Con sus días enteros de caricias, cama y más risas con él. Y eso que yo para gustos soy de lo más extraña. 

Me gusta su cara, pero es más bonita en la oscuridad de la noche. Me gusta hacer de mis manos mis ojos, tocarlo y saber que lo nuestro es más bonito si nos apagan la luz. Me gusta que sepas desnudarme con palabras, para que veas que puedo temblar con tu voz.  Me gustan los besos mudos, siempre me parecieron más sinceros, de esos que solo yo puedo oír y me golpean por dentro, directos al corazón. Me gusta que me descoloques los planes del resto del día al desayunarte, que me pongas la piel de gallina al merendarte y que, no crea en Dios, pero vea el cielo al cenarte. Seré egoísta, pero a mi tú, solo me gustas si eres para mi.

Me gusta la vida, con golpes para hacerme fuerte. Me gusta libre, justa y sincera, y ahora diréis que no existe tal, pero sí, existe si lo queremos y le ponemos ganas. Existe si jodemos antes de que permitamos que nos jodan. Me gusta mi vida, porque yo he tenido la suerte de elegir  con quien quiero compartirla y como quiero que sea. Me gusta porque uno de mis principios era no dejar que nadie eligiese por mi. Si me quiero fumar a caladas todos los rincones de la ciudad, lo hago, si quiero beberme a tragos la noche, lo hago, si quiero hacer el amor en todos los rincones del mundo con él, lo hago, y si quiero salir a comerme el mundo día tras día, lo hago, porque quien sabe cuando puede ser mi último "buenos días", mi último "buenas noches". Ese día me gustaría saber que he vivido.